Dos grandes mexicanos
Dos grandes mexicanos
Es un lunes de septiembre y son
las siete de la noche. Estoy en el alcázar del Castillo de Chapultepec y el
evento está comenzando. Para la mayoría de los ahí convocados se trata ya de
una tradición, a la que poco a poco se van incorporando los que asisten por
primera vez, a quienes resulta fácil identificar por la cara de asombro y
satisfacción.
El magnifico historiados
gastronómico, curador de museos, escritor y docente Don Edmundo Escamilla toma,
como cada lunes de septiembre, el micrófono, y comienza con una interesantísima
charla sobre un pasaje específico de la historia de México. La plática
rápidamente toma tintes hilarantes, va de las reflexiones de identidad más
profundas, de las reflexiones sobre el sincretismo que nos identifica y los
profundos análisis de lo que creemos como sello de raza y lo que realmente nos
define, hasta las anécdotas mas simpáticas como aquella en donde los pobladores
que representaban al ejército mexicano en la escenificación de “La Batalla del
5 de mayo” llegaron tan tomados a la representación de ese año, que por poco
gana el ejército invasor francés en esa ocasión.
Una hora después termina la
charla, aparece en escena el Jefe de Cocina Don Yuri De Gortari, afamado entre
los medios culturales, intelectuales y gastronómicos, por ser un enorme
defensor, promotor, investigador, y sobre todo amante de la gastronomía
mexicana. Nos platica sobre la comida de la época, y nos explica a partir de
esto, cual será el menú. Hoy es el día de Don Benito, así que hay manchamanteles,
amarillito, pulque. La semana pasada que fue el día de Maximiliano hubo coq au
vin, quiche lorraine y otros platillos, cocinados siguiendo las recetas de la
época.
Cuando el evento termina, y los
1,200 asistentes se retiran, nos quedamos “los de casa”. Entonces Mundo y Yuri pasan a ser los de siempre: conversadores
elocuentes, cajas de anécdotas, simpáticos, risueños. Mundo con una historia
detrás de otra, con la palabra fácil y a flor de piel, cálido, accesible,
ocurrente, nacionalista hasta el tuétano, pero objetivo sobre lo que se debía
entender y no por raza mexicana y país. Yuri con una rara mezcla de
sensibilidad exacerbada y humor negro y sarcástico absolutamente divertido para
mí. Apasionado, amante de la luna y de las muestras estéticas de la naturaleza,
siempre elegante y de una voz profunda muy particular.
Larguísimas horas platicamos,
reímos, lloramos, y aprendimos con ellos. Que buena pareja hacen, y la hacen
para todo; para trabajar, para investigar, para divertirse, para vivir.
En diciembre de 2018, regresando
de la FIL de Guadalajara, donde Mundo presentaría uno de sus libros, recae de
un mal pulmonar que lo aquejaba desde hacía ya tiempo y unos días después fallece.
El vacío que provoca en todos nosotros es muy hondo. Pero especialmente de Yuri
se lleva una parte, una grande, imposible de llenar, ni con las actividades
habituales, ni con apariciones públicas, ni con la escuela que juntos
construyeron, ni con la luna que siempre fue la gran adorada de Yuri.
Ahora, en una complicada mezcla
de emociones nos enteramos de que se volvieron a juntar, y nos dejaron cargados
de anécdotas divertidas, de conocimientos que de otra manera nunca hubiéramos
tenido, de curiosidad que se despertó en alguna de esas aventuras con ellos
recorriendo la ciudad de México a pie, de su permanente frase: “hagamos país” y
también de alguna lágrima que seguro saldrá cada vez que los recordemos. Es una
profunda felicidad saber que otra vez están juntos, aunque acá los vamos a
extrañar.
Paco Alegría,
Diciembre 2020


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